¿Buscas una aventura que combine emoción, paisajes de ensueño y accesibilidad? La Vía Ferrata Sorrosal, situada en el encantador pueblo de Broto, a las puertas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, es una de las rutas más espectaculares del Pirineo Aragonés.
Desde el primer paso, sentirás cómo la naturaleza y la adrenalina se entrelazan para ofrecerte una experiencia única. Su nivel de dificultad K3 la convierte en una opción perfecta tanto para quienes se inician como para aventureros con más experiencia. Eso sí, es importante no tener vértigo para disfrutarla al máximo.
La aventura comienza junto a la impresionante cascada del Sorrosal, una caída de agua en dos niveles que marca el inicio de un recorrido inolvidable. A lo largo del trayecto, ascenderás por paredes verticales, cruzarás puentes colgantes y caminarás entre escaleras y pasos aéreos, siempre rodeado de un entorno natural espectacular.
Gracias a su diseño, la Vía Ferrata Sorrosal es una actividad segura y emocionante. Con casco, arnés y disipador de energía homologado, podrás concentrarte en disfrutar sin preocuparte por los riesgos.
En Pirineo Activo te acompañamos con guías expertos, material de seguridad de calidad y el mejor asesoramiento. No importa la época del año: la Vía Ferrata Sorrosal es una opción ideal para vivir una jornada llena de emociones y paisajes que te dejarán sin aliento.
Reserva ahora y prepárate para una experiencia inolvidable en una de las vías ferratas más emblemáticas del Pirineo.
Las rocas que lo forman se originaron hace aproximadamente 45 millones de años en un mar
profundo, estrecho y alargado, a cuyo fondo llegaban abundantes sedimentos procedentes de la incipiente cadena pirenaica, que se estaba empezando a formarse.
Las rocas que forman el escarpe se denominan turbiditas, precisamente porque se formaron por corrientes de turbidez,como enormes avalanchas de sedimentos en el fondo marino.
Están plagadas de estructuras sedimentarias y de fósiles que demuestran su origen marino.
A lo largo de la historia, en muchas montañas del mundo, se encuentran sistemas antiquísimos que fueron los precursores de las vías ferratas modernas.
Desde el Neolítico, estas estructuras permitieron a los humanos atravesar montañas en su búsqueda de recursos esenciales como agua, leña o lugares de pastoreo.
También facilitaron el acceso a zonas sagradas y rituales, adaptando pasos complejos mediante herramientas rudimentarias.
Un ejemplo fascinante se encuentra en los cañones de la Sierra de Guara, donde aún se conservan huellas de estos antiguos pasos, algunas con miles de años de antigüedad.
En regiones como el Atlas, destacan las “ferratas bereberes” de Taghia, que, a pesar de su sencillez, son auténticas obras maestras.
Construidas con piedras y palos, crean caminos que desafían el vacío y permiten el paso tanto de personas como de animales, incluso sobre paredes verticales de más de 300 metros.
En cuanto a las vías ferratas tal y como las conocemos hoy, se considera que la primera fue instalada en 1843 para facilitar el ascenso al pico Hoher Dachstein en Austria.
Posteriormente, en 1869, se equipó el monte Großglockner con un sistema similar.
En España, las famosas clavijas de Cotatuero, ubicadas en el Valle de Ordesa, se colocaron en 1881 para facilitar a los cazadores británicos el acceso a la Brecha de Roldán.
Estas clavijas, obra de un herrero de Torla, se mantienen en uso y atraen cada año a miles de aficionados.
La evolución de las vías ferratas continuó en los Dolomitas, donde en 1903 se instaló la primera en la Marmolada.
Durante la Primera Guerra Mundial, estas estructuras cobraron un papel clave en el frente entre Italia y Austria-Hungría, ya que los soldados usaban estas instalaciones para alcanzar cumbres estratégicas y establecer puntos de observación.
En la Segunda Guerra Mundial, estas rutas volvieron a ser esenciales, adaptándose a los avances tecnológicos mediante cables de acero y escaleras metálicas.
Con el fin de los conflictos bélicos, las ferratas comenzaron a utilizarse con fines recreativos y deportivos.
Este cambio marcó el nacimiento de las vías ferratas modernas, que, con sus actualizaciones, se expandieron rápidamente por todo el mundo.
Aunque las Dolomitas siguen siendo su cuna más icónica, hoy en día encontramos vías ferratas en multitud de lugares que combinan historia, deporte y aventura.
En Pirineo Activo, tu seguridad es nuestra prioridad. Sabemos que las actividades en la naturaleza implican algunos riesgos, pero nuestros guías están altamente capacitados para minimizar cualquier peligro y garantizar una experiencia segura y enriquecedora.
Durante las rutas, el guía tomará decisiones pensando siempre en la seguridad del grupo. Esto puede incluir ajustes en el itinerario o incluso la cancelación de la actividad en caso de condiciones adversas.Te pedimos que sigas sus indicaciones en todo momento para disfrutar de una experiencia segura y sin preocupaciones. Si decides actuar por tu cuenta, será bajo tu responsabilidad.
Estamos aquí para ofrecerte una aventura inolvidable, siempre cuidando de ti y del entorno que nos rodea.
Clasificamos las vías ferratas en niveles de dificultad: fácil, intermedio y avanzado.
Antes de reservar, te proporcionamos información detallada sobre la ruta, incluyendo su duración, altura y nivel técnico, para que elijas la que mejor se adapte a tus capacidades y experiencia.
Si el clima se vuelve desfavorable, como lluvia, tormentas o fuertes vientos, el guía tomará decisiones inmediatas para garantizar la seguridad del grupo.
Esto puede incluir detener la actividad, buscar refugio o regresar al punto de inicio.
No necesariamente. Tenemos vías ferratas ideales para principiantes, donde aprenderás las técnicas básicas y te familiarizarás con el equipo.
Para niveles más avanzados, sí es recomendable tener experiencia previa o una buena forma física.
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