La Via Ferrata Sorrosal en Broto es una de las rutas más espectaculares que puedes experimentar en el Pirineo aragonés. Situada en el hermoso pueblo de Broto, a los pies del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, esta vía ferrata combina aventura, emoción y paisajes naturales impresionantes. Asi como desde el primer momento, queda claro que se trata de una actividad que permite a los amantes de la naturaleza y la adrenalina disfrutar de una experiencia única. Además, al ser una vía ferrata accesible para diferentes niveles,asimismo se convierte en una excelente opción tanto para principiantes como para aquellos con más experiencia.
Un recorrido impresionante con vistas inolvidables
Uno de los mayores atractivos de la Via Ferrata Sorrosal (Broto) es su espectacular entorno. Además el recorrido comienza en la cascada del Sorrosal, una impresionante caída de agua de dos niveles que marca el inicio de la aventura. A lo largo del trayecto, cruzarás puentes colgantes, escaleras y tramos verticales que te llevarán a lo largo de las paredes de roca, todo mientras disfrutas de vistas panorámicas del valle y los alrededores.
Diversión y seguridad para todos los niveles
En resumen,gracias a su diseño, esta vía ferrata permite a los participantes de todos los niveles disfrutar de una jornada llena de adrenalina, pero siempre con la seguridad garantizada. Equipado con arneses y anclajes, el recorrido es seguro en todo momento, por lo tanto permite a los aventureros disfrutar al máximo sin preocuparse por los riesgos. Sin duda, esta Via Ferrata es una actividad ideal para hacer en cualquier época del año, pero especialmente atractiva durante los meses de otoño, cuando los colores del paisaje realzan su belleza natural.
Curiosidades
Llama la atención
en este lugar son los espectaculares
pliegues que se pueden observar en las
paredes de la cascada. Las rocas que lo
forman se originaron hace aproximadamente 45 millones de años en un mar
profundo, estrecho y alargado, a cuyo
fondo llegaban abundantes sedimentos
procedentes de la incipiente cadena
pirenaica, que se estaba empezando a
formarse.
De hecho, serían las mismas fuerzas
tectónicas que originaron la cordillera los
que plegarían estas rocas de un modo tan
espectacular como hoy podemos ver.
Las rocas que forman el escarpe se
denominan turbiditas, precisamente porque
se formaron por corrientes de turbidez,
como enormes avalanchas de sedimentos
en el fondo marino. Están plagadas de
estructuras sedimentarias y de fósiles que
demuestran su origen marino.